‘’El proceso de trabajo con un niño es suave y fluido – un evento orgánico’’ Violet Oaklander

29 ago 2012

EXPERIENCIAS EN LA TERAPIA DE JUEGO NO - DIRECTIVA


El martes 21 y jueves 23 de agosto llegamos a la clase de Psicoterapia Infantil cargados de distintos juegos para armar el espacio donde se llevaría a cabo el modelaje de la terapia. En el primer día el Licenciado sería el terapeuta y uno de nosotros (los estudiantes) sería el paciente. El jueves todo quedó en manos de nosotros y el Licenciado observaba nuestras acciones.
Había animales, carros, trozos de madera, cubos de colores, transportes, muñecas, trastecitos, una casa de muñecas, bebés, títeres, soldados, espadas, pistolas, un rin para boxear, entre otros juegos. En medio de ellos la alfombra que marcaba el lugar de acción.



Después de estas dos experiencias en el salón, nuestra tarea era la grabación de una sesión de Terapia de Juego No – Directiva. Cada grupo debía organizar su cuarto de juegos y de manera individual grabar la sesión con un niño real, la cual debía durar 30 minutos.
Nosotros decidimos crear el salón de juegos con otro grupo, era una ventaja para poder tener más opciones de juguetes y trabajar en equipo. La experiencia fue cansada para los cinco pero nos atrevemos a decir que totalmente satisfactoria. No solo fue un reto para poner en práctica lo aprendido, fue responsabilidad, compromiso, dedicación y arte. 
Werner de León, Dorian Herrera,
Jocelyn Trujillo, Nathalyn Cruz, Fernando Gomar

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Ahora se presenta la experiencia que cada uno de los moderadores de este blog ha tenido respecto a la Terapia de Juego No – Directiva.

Experiencia relatada por Nathalyn Cruz

El martes, el día del modelaje, desde que vi todos los juegos que había en el suelo empecé a emocionarme, cuando reaccioné de que nosotros teníamos la oportunidad de pasar como pacientes sentía ansiedad y muchas ganas de pasar a jugar. Además, quería saber qué puede sentir un niño yendo a una terapia de juego.

Pues me decidí a experimentar… El terapeuta (el licenciado) me indicó cuál era el cuarto de juegos y me introdujo diciendo que podría jugar lo que quisiera y si en algún momento lo deseaba integrar podía expresarlo.
Pasé a la alfombra, tomé los trozos y empecé con mi construcción, desde el inicio sabía que sería un castillo. El terapeuta reflejaba mis acciones y emociones, los reflejos provocaban que automáticamente yo los conectará con otros aspectos en mi vida (en mi mente claro) y creo que eso me hacía sentir más nerviosa. Por ejemplo, cuando me dijo algo similar a ‘’te gusta tener el control’’ rápidamente pensé en otras situaciones donde me encanta tener el control. 



 









El momento fue con muchas emociones… 

en ocasiones empezaba a sentirme estresada por escuchar tantos reflejos y otras veces se me olvidaba que a la par estaba el terapeuta; pero realmente lo disfruté, hace mucho no jugaba de esa forma.
La conclusión que pude obtener de esta experiencia fue que el reflejar va produciendo insight en el paciente, que el niño dirija el juego es sentir libertad/placer, y que el terapeuta respete el espacio del niño produce tranquilidad y un verdadero acompañamiento.

El jueves 23 de agosto decidí pasar al área de juego para ser terapeuta. También estaba muy nerviosa pero intenté no reflejarlo. En esta oportunidad tuve presente mi experiencia anterior para poner en práctica lo que había visto y escuchado.
Me encantó estar ahí… ahora desde el otro papel, como terapeuta. Me surgían varias ideas para reflejar las acciones del paciente y tomaba la que creía que sería mejor, la verdad es que pude conectarme con lo que el paciente hacía.





Paciente


El mayor aprendizaje fue no adelantarme a hacer interpretaciones porque en un momento indiqué a la paciente ‘’haz hecho una jaula para encerrar a los animales feroces…’’ pero en realidad ella no había dicho que era una jaula, lo más conveniente hubiese sido utilizar la palabra ‘’construcción’’.

Para la tarea debo aceptar que las otras dos experiencias me ayudaron a estar segura de que podría hacerlo. Lo primero que tengo que decir es que definitivamente el juego es el espacio más natural donde el niño puede expresarse. En mi pequeña paciente desde el inicio era notable la ansiedad por querer entrar al estar viendo de ‘’reojo’’ el cuarto de juegos. Cuando se sentó tomó unos carros y se dedicó a inspeccionar diversos juguetes.



Durante la sesión corroboré que es de suma importancia respetar el espacio del niño, sus decisiones y permitir que dirija su juego, ya que es la mejor forma para que se exprese como lo desea. Además, es vital no presionarlo o apresurarlo ya que es él quien lleva el ritmo de la sesión. En algunas ocasiones tuve dificultad para saber qué reflejar o pensaba en preguntas, rápidamente recordaba que no debía incluirlas y en otras ocasiones me aseguraba de que lo que yo dijera no fuera una interpretación. En esta ocasión  estaba pendiente de ello pero creo que con el tiempo y la experiencia el terapeuta se acostumbra a únicamente reflejar.
La mayor dificultad que tuve fue que al final le indiqué a la paciente que el tiempo ya había terminado, ella me miraba pero decidía tomar otros juguetes que no había usado. Realmente no sabía cómo parar la sesión porque ella quería seguir explorando. Después de dos indicaciones más la pequeña accedió a dejar de jugar.



Lo último que me queda decir es que las tres experiencias me encantaron.

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Experiencia relatada por Fernando Gomar
El trabajo de ese sábado fue agotador más allá de lo que habíamos previsto. Sin embargo, también fue más satisfactorio de lo que se había anticipado.
Paramos con las manos llenas de trabajo, comenzando con el simple hecho de buscar niños que se ofrecieran a participar. Luego, encontrar formas de entretenerlos entre sesiones fue agotador pero muy alegre, porque uno mismo se entretenía con ellos. Eso le dio un toque de satisfacción muy especial sumado al hecho de que los niños hicieron de la experiencia un verdadero juego. El tiempo se pasó rápido gracias a sus risas, a sus comentarios ingenuos y a la amplia imaginación que evidenciaron tener, además de haber uno que otro con un prometedor talento para pintar a una corta edad.


Respecto a mi experiencia haciendo terapia no directiva, pues me cuesta admitir que un niño me haya puesto nervioso, ya que me decía a mí mismo ‘’solamente vas a jugar, divertite con él y todo saldrá bien’’. Sin embargo tenía muchas cosas en mente antes de entrar al cuarto de juegos. ¿Qué se sentirá tirarse al piso a jugar después de tantos años? ¿En qué elementos del juego de esta niña iba yo a sentirme sumergido? ¿En qué clase de pequeño universo iba a quedar yo envuelto luego de sentarme a la par de ella a jugar?
Por un momento creí que estaba sobreanalizando la situación y que sólo iba a ver a una niña jugar. Poco me duró esa ilusión y pronto vi que todo eso con lo que estaba fantaseando era exactamente lo que iba a pasar; me iba a adentrar en la cabeza de estos pequeños ‘’pacientes’’ sin darme cuenta, porque de repente la idea de observar cada detalle de su juego pasó de ser una instrucción del ejercicio a ser una actividad tremendamente atractiva e interesante. Tuve el gusto de ser el camarógrafo de Jocelyn, lo cual me permitió tener dos experiencias seguidas y muy distintas una de otra, porque pude ver a ambos géneros en acción y es evidente, dentro de lo obvio, la amplia variedad de diferencias entre uno y otro.






Trabajar con niños con esta modalidad se está volviendo cada vez más algo que se espera con ansias hacer y  admito que poco a poco me estoy convenciendo de darle una oportunidad a la terapia infantil cuando ejerza por mi cuenta.






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Experiencia relatada por Jocelyn Trujillo
Luego de observar al catedrático realizar una pequeña sesión de terapia de juego no directiva con dos compañeras de la clase el día martes, me había inquietado poder poner en práctica lo que había leído del tema y lo que había podido observar así que cuando el jueves, el licenciado pidió voluntarios no dudé en ofrecerme a ser terapeuta ese día. Consideraba que si ya el sábado íbamos a realizar la grabación de la sesión con un niño debía ponerme a prueba y recibir la mayor retroalimentación.

La experiencia no fue del todo agradable, pues se me hacía muy complicado poder reflejar la conducta de la “niña” sin hacer preguntas y estaba bastante nerviosa. Al terminar, en efecto mencionaron que había hecho muchas preguntas y que no había reflejado emociones, limitándome únicamente a las acciones y que esto no lograba que el niño interiorizara. Ese día me hubiera gustado hacerlo mejor pero sabía que era todo un proceso. 

El día sábado ya estaba todo listo y tuve la oportunidad de grabar la experiencia e Nathalyn, seguí aprendiendo mientras la veía a ella reflejando las acciones y emociones que su paciente expresaba y la media hora se pasó rápidamente. Cuando pude notar que a Nathalyn se le había complicado el cierre de su sesión decidí tomarlo en cuenta para la mía.



Mi paciente era un niño de seis años. Un niño que desde que lo vimos nos pareció muy agradable y cuando le indiqué que podía entrar al cuarto de juegos se emocionó. Al entrar al cuarto le indiqué que podría jugar con lo que él quisiera y así lo hizo empezando por el área de arte para luego ir a jugar con los juguetes más pequeños: soldados, dinosaurios, animales de granja, etc. No decía mucho, jugaba en silencio pero cuando algo de lo que yo reflejaba le hacía sentido o sentía que debía explicarlo, era muy directo en sus expresiones.
La sesión me encantó, pude ver lo realmente efectivo que se vuelven los reflejos y cómo, por medio del juego, el niño va relevando sus pensamientos, sentimientos y opiniones. Fue una experiencia que confirmó mi gusto por el trabajo con niños y que me permitió sentirme mucho más segura que el jueves cuando pasé a ser terapeuta de un adulto.



 

 
 

20 ago 2012

Un día de juego...



  Para poder llevar a cabo la terapia de juego, es necesario que el  terapeuta pueda ponerse en el lugar de los niños. Aquí podrás encontrar fotos de nuestra primera experiencia vivenciando la libertad del ser niños y la espontaneidad que un juego puede lograr. Darte el permiso de jugar te ayuda a abrir también la mente para situarte en el lugar de un niño.









Los ocho principios básicos de la terapia de juego no-directiva

Terapia de juego no – directiva



Virginia Axline (2003), indica que la terapia de juego no-directiva es una oportunidad donde el niño puede experimentar crecimiento, bajo las condiciones más favorables.
La herramienta más eficaz que propone es el juego: medio natural donde podrá actuar todos sus sentimientos, frustraciones, inseguridades, agresiones, temores y confusiones.  El poder actuar estos sentimientos por medio del juego hace que  salgan a la superficie para que el niño pueda enfrentarse a ellos, aprendiendo a controlarlos o rechazarlos.


Enlazado a ello, ¿Por qué escoger  el juego?

Un video producido por Smartplanet explica la importancia del juego


La autora indica que la terapia tendrá éxito siempre y cuando el terapeuta sepa cómo manejarla. Cumpliendo con el señalamiento básico de permitir al niño que emprenda el camino que desee; por tanto, el terapeuta no dirige.
Además, el éxito será palpable si se cumplen con los ocho principios básicos con sinceridad, consistencia e inteligencia. Nosotros, agregamos a estos tres elementos el arte.
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Los 8 principios básicos de la terapia de juego



I.                    Estableciendo la relación
Terapeuta: (se dirige al niño de forma sonriente) buenas tardes Johnny, me alegra verte. ¿Te agradó ese Mickey Mouse que se encuentra en aquella mesa?
Johnny: Sí, es gracioso.
Terapeuta: ¿Te agradaría acompañarme al cuarto de juegos y ver muchos juguetes bonitos?
Johnny: No
Terapeuta: Oh, vamos, Johnny. Ahí hay pinturas, arcilla y soldados de juguete. A ti te agradan los soldados de juguete. ¿No es así?
Johnny: No, no deseo ir.
Terapeuta: Muchos niños vienen aquí y les agrada nuestro cuarto de juegos. Tenemos una gran casa de muñecos y toda una familia de muñecos.  (Johnny llora pidiendo a su mamá)
Este fue un claro ejemplo de lo que NO debes hacer. El terapeuta no está aceptando a Johnny tal como es, ni reflejando sus sentimientos. Hubiese sido conveniente hacer una pausa desde que empezó a hablar. Al parecer el terapeuta está creando una guerra bajo agua.
El primer principio de la terapia de juego explica: ‘’El terapeuta debe desarrollar una relación interna y amigable con el niño, mediante la cual se establece una armonía lo antes posible’’. En el ejemplo anterior el terapeuta es lo suficientemente amable y tierno con Johnny pero en realidad lo está forzando a aceptar una invitación y pretende que actúe igual a otros niños. En lugar de crear una relación amigable está logrando que Johnny desconfíe de él.
¡Ojo! La relación interna amigable depende de ti, no del niño que llegó a tu consultorio.

II.                  Aceptando al niño como individuo
En el ejemplo anterior el terapeuta intenta controlar la actividad, opina que es importante que Johnny se dirija al cuarto de juego e intenta acelerar las cosas. Por tanto, no está aceptando al niño tal y como es, quien en realidad no desea jugar en ese momento; si hubiese tenido que existir silencio y éste prolongarse pues así debería de ser: el terapeuta se adapta a ello y es accesible.
La aceptación del niño se demuestra por medio de la actitud del terapeuta. Él conserva una relación tranquila, segura y amigable con el niño. Evita demostrar cualquier señal de impaciencia, absteniéndose de realizar cualquier tipo de reproche (directa o indirectamente) y halago.
Queda claro lo que indica el segundo principio: ‘’El terapeuta acepta al niño tal como es’’.
¡Recuerda! Cuando un niño o adolescente llega a la clínica es porque se está buscando que se modifique su conducta, llegando a la conclusión que está siendo rechazado (directa o indirectamente). Por tanto, la total aceptación del niño parece ser de vital importancia para el éxito de la terapia.
La expresión facial, el tono de voz y aún los gestos utilizados por el terapeuta pueden dar dos mensajes: eres aceptado o no eres aceptado. Ves, esto es un arte.
III.                Estableciendo un sentimiento de permisividad
Una vez más, la permisividad es establecida por la actitud del terapeuta hacia el niño, por medio de expresiones faciales, tono de voz y acciones.
La permisividad se basa en una total ausencia de sugerencias. Si el terapeuta dice: ‘’Puedes jugar con los juguetes en la forma que desees’’ así debe ser. En el caso de Johnny el terapeuta se centró en hacer sugerencias que provocaron que éste se soltara en llanto pidiendo a su mamá. Si el niño prefería estar en silencio y el terapeuta lo concede le está demostrando que respeta lo dicho y por ende recae la responsabilidad en Johnny de decidir cuándo jugar.
El tercer principio se vuelve muy necesario: ‘’El terapeuta crea un sentimiento de actitud permisiva en la relación, de tal forma que el niño se sienta libre para expresar sus sentimientos por completo’’.
¡Presta atención! Si el niño puede expresarse de cualquier forma: recostarse en el piso y beber de una pacha sin importar la edad, golpear a la muñeca que representa a mamá o papá e incluso matarlos, decir lo que quiera decir y no sufrir de sentimientos de vergüenza o culpa, entonces el terapeuta ha logrado crear un sentimiento de permisividad.
IV.                Reconocimiento y reflexión de sentimientos
Los niños van a expresar sus sentimientos por medio de elementos en la conversación directa o de su juego, y es el trabajo del terapeuta estar alerta para capturarlos para uso terapéutico.
Los sentimientos pueden ser reconocidos y/o interpretados, las cuales son dos cosas diferentes; reconocer los sentimientos  se hace por medio de la observación de los símbolos que el niño utilice para expresarse, como muñecos en escenarios inventados por él.
La interpretación es un nivel más profundo en el que se le da un sentido al simbolismo que el niño utiliza en el juego, haciendo un enunciado que revele información relacionada a su condición. Es tremendamente importante que el terapeuta preste atención a qué vías de comunicación son usadas para plasmar los sentimientos, ya que él deberá utilizarlos de igual forma siempre que el niño lo requiera. Por ejemplo, los muñecos mencionados anteriormente: si la trama de un juego es que un muñeco tiene miedo porque es sacado de casa por sus padres y llevado a un área solitaria del bosque, el terapeuta tiene que hablar del muñeco así como lo hace el niño, y si eventualmente dice algo como ‘’a mí también me da miedo salir de casa cuando mis papás me castigan’’, quiere decir que está listo para recibir una respuesta o comentario dirigido directamente a él.
Esto nos dice el cuarto principio: ‘’El terapeuta está alerta a reconocer los sentimientos que el niño está expresando y los refleja de nuevo hacia él de tal forma que el niño logra profundizar más en su comportamiento’’.
¡Recuerda! A medida que al niño se le reconoce cada sentimiento que expresa, sus emociones se liberan en un significado cada vez más profundo.
V.                  Conservando el respeto hacia el niño
Quinto principio: ‘’El terapeuta observa un gran respeto por la habilidad del niño para solucionar sus problemas si a éste se le ha brindado la oportunidad par hacerlo. Es responsabilidad del niño decidir y realizar los cambios’’.
Centrar la terapia en el niño implica que el terapeuta le deje ser el responsable de hacer los cambios, con el fin de darle a entender que él es responsable de sí mismo. Como parte de la estructura de la terapia y libre de presiones, el niño comienza con cosas pequeñas, como materiales en el cuarto de juego, y se extiende durante toda la relación terapéutica.
La toma de decisiones libre le ayuda a adquirir confianza y autorespeto. El niño deberá hacer una elección a sabiendas de que el terapeuta continuará con su actitud permisiva y eso le llevará a pasar la experiencia tranquilo y seguro de su relación.
¡Ojo! Todos los niños se enfrentan con este reto de ser independientes cuando entran al cuarto de juego, pero se han registrado casos de niños temerosos, dependientes e inseguros que evidencian el papel de la autosuficiencia en su desarrollo: la confianza en sí mismos aumenta, las tensiones y la ansiedad anticipatoria se regulan, y se gana un sentimiento de equilibrio que deriva en obtener autocontrol. En resumen, manejarse solo conlleva un sentimiento de confianza en sí mismo que le alienta a seguir adelante.
VI.                 El niño guía el camino
El sexto principio de la terapia de juego indica que El terapeuta no intenta dirigir las acciones o conversación del niño en forma alguna. El niño guía el camino. El terapeuta lo sigue.
El terapeuta no debe realizar preguntas respecto a lo que el niño realiza o comenta a excepción de “¿deseas contarme sobre ello?”; debe eliminar las palabras de alabanza; evitar criticar a las acciones del niño y brindar ayuda solamente si ésta es pedida. El terapeuta debe evitar dar cualquier sugerencia o elegir los juguetes que el niño usará.
No apresures el camino, el niño
lo guía.
¡Ojo! La terapia es la hora del niño. El terapeuta debe limitarse a ser un reflejo sonoro contra el cual el niño prueba su personalidad. El niño guía; el terapeuta, sigue.
VII.              La terapia no debe ser apresurada
El penúltimo principio de la terapia de juego explica: “el terapeuta no pretende apresurar la terapia. Este es un proceso gradual y como tal es reconocido por el terapeuta”.
El niño vive en un mundo de prisas y ruido; es apurado en todos sus ambientes y se le limita cuando no es capaz de hacer algo más deprisa provocándole tensiones o frustraciones. Si lo que el terapeuta pretende en la terapia es aliviar estas tensiones y presiones, le permitirá al niño tomarse su tiempo y al notar esto, el niño evidenciará relajación.
Cuando el niño esté en disposición de expresar sus sentimientos en presencia del terapeuta, lo hará. ¡Recuerda! El terapeuta no conoce tan bien al niño como se conoce él mismo.
VIII.             El valor de las limitaciones
Por último, pero no menos importante, el principio ocho indica “el terapeuta sólo establece aquellas limitaciones que son necesarias para conservar la terapia en el mundo de la realidad y hacerle patente al niño su responsabilidad en la relación”.
En la terapia de juego se establecen pocas pero muy importantes limitaciones. En general, se habla de la limitación a destruir a placer los materiales de juego, averiar el cuarto o atacar al terapeuta. Además debe aclararse que si el niño abandona el cuarto de juegos no podrá regresar al menos ese mismo día.
La mayor limitación que existe es el tiempo; la cita es concertada, la sesión tiene una duración determinada y ésta se respeta.
De ser violadas las limitaciones, no se debe ir en contra de ninguno de los principios anteriores; es decir no se puede rechazar al niño por no ser obediente; en este caso el terapeuta deberá reflejar la conducta del niño esperando que con esto la conducta cese; no se busca crear sentimientos de culpa en el niño.
Por su parte, cualquier ataque hacia el terapeuta debe ser controlado inmediatamente; esto recordando la importancia del respeto auténtico entre ambos.
De acuerdo con Virginia Axline, las limitaciones deben aclararse cuando sean necesarias pues, hacerlas predeterminadamente podría limitar la expresión del niño. Eso sí, una vez se hayan aclarado, éstas deben ser acatadas con firmeza.
¡No lo olvide! Las limitaciones utilizadas con consistencia e inteligencia sirven para sujetar la sesión de terapia al mundo de la realidad, así como para prevenir posibles malentendidos, confusión, sentimientos de culpa e inseguridad.

Referencia
Axline, V. (2003). Terapia de juego. (19ª. Ed.). EDITORIAL DIANA: México.
Fotos-de-arte-abstracto
Que la creatividad e imaginación brote como los colores.